Todas las historias tienen un inicio, nos remontamos a 1960, en pleno barrio de St. Antoni (en el distrito del Eixample). Concretamente en la calle Tamarit, 126-128, actualmente hay un edificio con una particularidad que no se encuentra en ningún otro.
Durante los años 60, una pareja propietaria de un terreno decide construir el actual edificio. Hasta aquí, podría ser la historia de cualquier edificación barcelonesa, que pasa sin pena ni gloria, y sin llamar mucho la atención de la mayoría, a excepción de la inevitable atracción que siente alguna que otra persona mayor que la obliga a detenerse en el transcurso de su paseo para contemplar la evolución de cualquier edificación en obras.
La peculiaridad que tiene este edificio, son los requisitos sobre la construcción de la edificación. La devoción que sentía la mujer propietaria hacia la Virgen de Montserrat (también conocida como «La Moreneta», debido a su peculiar color negro), provocó ciertas exigencias sobre la fachada de la edificación, y también sobre los materiales que el arquitecto debería utilizar en la realización de la construcción de la finca.

El arquitecto encargado de construir la edificación, Ramón Raventós Farrarons, cumplió minuciosamente con todos los requisitos que se le indicaron. Realizando una preciosa simulación sobre la fachada que simula la cueva donde según cuenta la leyenda se escondió a la Virgen de Montserrat.

Tal y como cuenta la leyenda, el descubrimiento de la Virgen de Montserrat se produjo en el siglo IX, concretamente en el año 880, cuando los pastores que llevaban a sus rebaños por las montañas de Montserrat, eran atraídos por unas luces que iban acompañadas de una melodía. Ante tal suceso, los pastores asustados decidieron acudir al obispo que decidió acompañarlos para comprobar lo que ocurría. Hasta que juntos, llegaron al exterior de la cueva, bautizada después como La Santa Coba (La Santa Cueva). Al comprobar que el ruido venía de su interior, decidieron entrar y para sorpresa de todos descubrieron en su interior a la virgen de Montserrat. El obispo, tras contemplar la belleza de la virgen, decidió moverla y trasladarla hacia Manresa (una localidad cercana). En el intento de moverla, comprobaron que pesaba tanto que era imposible desplazarla hasta tan lejos. El obispo lo interpretó como una señal divina y ordenó la construcción de la ermita de Santa María (que actualmente se encuentra rodeada por el actual Monasterio).
Otro apunte interesante es que las montañas de Montserrat fueron «bautizadas» como Mons Serratus por los romanos.

Son muchos los barceloneses que cuando conocen la historia deciden o bien por la admiración a la Virgen, por una promesa o por ser unos amantes del senderismo y de la naturaleza, recorren a pie los cerca de 50 km. hasta llegar a Montserrat.
También es muy común, ver a alguna persona persignándose al pasar por allí. La ya conocida para muchos como la fachada de la virgen de Montserrat.