Las fronteras entre las poblaciones se marcaban antiguamente con las llamadas cruces de término o,simplemente,con piedras con forma de mojón. Uno de los límites entre Barcelona y el antiguo municipio de St. Martí de Provençals se señaló con este último método. Precisamente una de estas piedras sobrevive todavía en el parque de Carles I,una de las zonas verdes creadas en la fachada litoral de la capital catalana con motivo de la transformación urbanística de Poblenou por los Juegos Olímpicos del 92.
Esta piedra de término,situada entre el parque de la Ciutadella y la Vila Olímpica,recuerda el antiguo límite entre ambas poblaciones. En una de las caras hay grabada una B de Barcelona y,en la opuesta,las iniciales SMP,que corresponden a St. Martí de Provençals. Los arquitectos Pep Zazurca y Julio Laviña proyectaron el parque. Además de la piedra mencionada,una de las obras que identifican al parque es la escultura llamada «El cul»,obra de Eduardo Úrculo y dedicada al desaparecido Santiago Roldán,presidente del Holding Olímpico entre 1989 y 1993.

St. Martí de Provençals fue un municipio independiente hasta el año 1897,cuando fue agregado a Barcelona junto con el de St. Andreu,Sants,Les Corts,St. Gervasi y Gràcia. Esta anexión causó gran polémica y división entre la población de los municipios afectados. Los planes para esta primera gran agregación (años después les tocaría el turno a Sarrià,Horta,Zona Franca y parte de St. Adrià) empezaron en 1876. Sus impulsores defendían que la agregación facilitaría el crecimiento de una Barcelona que acababa de derribar las murallas medievales y había aprobado el Plan Cerdà. La propuesta fue asumida por el Estado y culminó 21 años después.

Los opositores a la anexión,además de alegar cuestiones identitarias,argumentaban que comportaría un aumento de los impuestos. Entre ellos habían propietarios de las fábricas que se habían instalado en Poblenou y en otras zonas del término municipal,que querían seguir beneficiandose de las contribuciones más bajas de St. Martí respecto a Barcelona. Los propietarios de los terrenos defendían la anexión precisamente por la revalorización del suelo.
Finalmente,se impusieron las tesis agregacionistas,aunque la piedra de término del parque Carles I todavía está como símbolo soberanista de St. Martí de Provençals y recuerda que un día no perteneció a Barcelona.