Paseando por el casco antiguo de Barcelona podemos encontrar innumerables tiendecitas en los bajos de los edificios más antiguos de la ciudad pero para los que nos gusta la historia,podemos encontrar restos del paso del tiempo: desde la época romana a la medieval,de la medieval a la moderna y de ésta a la actual. Muestra de ello es que en su subsuelo se encuentran cada año restos arqueológicos que nos enseñan esos tiempos pasados,hallazgos que en los últimos años han permitido tomar conciencia de su importancia.
En pleno Barrio Gótico encontramos el barrio judío (El Call) y al pasear entre sus callejuelas no es difícil enamorarse de su encanto mientras nos impregnamos de la historia. Antiguamente esa zona había sido una judería hasta que fue asaltada tras la revuelta antijudía de 1391,obligando a la conversión a todos los que quisieran permanecer en ella. Por casualidad se ha descubierto,no hace demasiados años,la Sinagoga Mayor (se puede visitar solo la planta subterránea) de la época de Barcino,siendo así el templo religioso judío más antiguo de España y de Europa.
En esa misma calle encontramos otro lugar singular a pesar de pasar desapercibido para la mayoría. En el cruce de las calles Marlet y de La Fruita (exactamente en la calle Salomó Ben Adret),se encuentra la casa más antigua de Barcelona,habitada ya en el siglo XII y cuya pared muestra las vicisitudes que ha sufrido a lo largo del tiempo.

Se utilizó como burdel durante la postguerra y desde hace unos 20 años se reformó por un particular como domicilio privado,y si nos fijamos en la foto con atención,podremos observar la inclinación de su fachada principal,desafiando a las leyes de la gravedad,vestigio de las cicatrices que dejó en el siglo XV un hecho extraordinario en Cataluña,el terremoto del 2 de febrero de 1428,el más intenso registrado hasta la fecha y conocido como el «terratrèmol de la candelera» al producirse durante la Candelaria,aunque durante el año que le precedió ya se produjeron varios avisos sísmicos.

Eran las 9 de la mañana y el epicentro se localizó en los alrededores del pueblo de Queralbs,en el Pirineo,pero su rastro de destrucción se notó en casi toda Cataluña llegando a sentirse en Barcelona con una intensidad que podría corresponder a 6 en la escala de Richter.
Muchos edificios sucumbieron al temblor,las sólidas murallas se resintieron pero donde la tragedia se hizo notar más fue en la Basílica Menor de Sta. María del Mar al caer su rosetón provocando la muerte de casi treinta personas (entre ellas una mujer embarazada) que se encontraban en su interior en ese momento. Aún hoy se ven fisuras que se abren y cierran diariamente según las oscilaciones de temperatura estacional.
Esta es la causa de la desafiante curvatura de la fachada en ese edificio de la calle Salomó Ben Adret,signo vivo de la supervivencia del paso de los años y del fatal terremoto.