Desde la perspectiva actual resulta difícil acercarse al mundo de la muerte sin que se generen ciertos sentimientos de temor,angustia o rechazo. Los romanos,en cambio,se acercaban a la muerte de una manera menos traumática. El emperador Marco Aurelio lo expresó así: «No menosprecies la muerte: acéptala de buen grado,porque forma parte de lo establecido por la naturaleza».
En el mundo antiguo la muerte era uno de los momentos más importantes en la vida de una persona. Representaba un cambio de estado: el paso del mundo de los vivos a un mundo desconocido,al que se llegaba gracias a una serie de rituales,el más importante de los cuales era dar sepultura a los difuntos. Sin entierro no podían acceder a ese mundo,ya que entonces los dioses manes no podían acogerlos. Ésto podía perjudicar gravemente a los familiares,ya que los difuntos formaban parte de la vida cotidiana. Por este motivo,enterrar y honorar a los muertos era esencial para que se convirtiesen en divinidades protectoras de la familia.
Según las costumbres y la legislación romana,las necrópolis tenían que estar situadas fuera de la ciudad,por motivos simbólicos e higiénicos. Por este motivo,las vías sepulcrales siempre se localizaban cerca de los caminos de entrada y salida de las poblaciones. De esta forma,además de las tumbas,bien visibles a los viajeros,permitían perpetuar la memoria de los difuntos. Las inscripciones funerarias incluían fórmulas para captar la atención de los viandantes,como por ejemplo:
«Si no es molestia,viandante,detente y lee».
En definitiva,la vida de los muertos tenía que estar presente en la memoria de los vivos. Nombrarlos era mantenerlos en el recuerdo y alejarlos del olvido y la soledad.
En Bárcino se han localizado varias necrópolis romanas. Una de las más destacadas es la vía sepulcral de la Plaza de la Vila de Madrid,de los siglos I al III. Otra,de los siglos I al V,se ha localizado en las actuales Drassanes. Estaba situada en la vía marítima,que era un paso importante que conducía a la Puerta del Mar,una de las puertas más concurridas de la ciudad,porque estaba cerca del puerto y del tránsito de mercancías. No olvidemos la última necrópolis encontrada bajo el mercado de St. Antoni. Entre los restos que se han recuperado en Drassanes,destaca un mausoleo que contenía urnas de vidrio y cerámica y fragmentos de marfil y hierro. Este descubrimiento se ha relacionado con un «lectus funebris» (lecho funerario),donde se colocaba al difunto para el velatorio.
«Conseguirá la sabiduría quién sepa morir tan seguro como nació». Séneca.
En el imperio romano no había nadie que no estuviese preparado para recibir la muerte de la forma más digna posible,pero los funerales variaban según la posición social del difunto. Si se trataba de alguien de prestigio se realizaba un «funus indictivum»: se pregonaba el funeral para congregar al pueblo e invitarlo a participar en él. En cambio,si se trataba de una persona sin recursos,como un liberto o un esclavo,el «funus plebeum» aseguraba un ceremonial mínimo para darle una sepultura digna. Normalmente,lo pagaban los «collegia funeraticia» (colegios funerarios),una especie de asociaciones a las que se contribuía en vida para garantizar el entierro,la cremación y una ubicación para la urna funeraria,aspectos esenciales para que los familiares pudiesen honrar al difunto en el futuro.
Los rituales funerarios actuales mantienen muchas similitudes con los rituales con los que los romanos despedían a sus muertos. En la época romana era frecuente que los familiares y las personas que velaban al difunto se vistiesen con el «lugubria»,un vestido negro de duelo. También existían las «libitinarii» (empresas funerarias),que se encargaban de las «pompa funebris» (pompas fúnebres). Básicamente,asumían la preparación previa del muerto (lo limpiaban,afeitaban,depilaban,perfumaban y lo vestían),la instalación de la «prodiesi» (era como una capilla ardiente donde se colocaba el lecho funerario,tapizado en negro y rodeado de lámparas y flores,para velar al difunto entre tres y siete días. Habitualmente se instalaba en el atrio de las casas),la contratación de «praeficae» (plañideras) y músicos para la comitiva funeraria y el encargo de un monumento funerario apropiado para el difunto. Durante el velatorio,el difunto se colocaba sobre el lecho funerario con los pies orientados hacia la puerta de la calle. El material y la decoración variaban según el estatus de la persona que había muerto. En los rituales de incineración,este lecho también se utilizaba para trasladar el cuerpo hasta el lugar de cremación.
En las ceremonias funerarias romanas se realizaban una serie de actos rituales («funus») con los que se acompañaba al difunto desde el mismo momento de su muerte hasta su último adiós entre los mortales: la «conclamatio» (parte del ritual funerario que consistía en repetir el nombre del difunto muy fuerte tres veces. Lo hacían los parientes más próximos en varios momentos durante la ceremonia del entierro),la colocación de un «óbolo» (moneda de plata de origen griego) bajo la lengua del difunto para que pudiese pagar a Caronte (barquero mitológico encargado de pasar el alma de los difuntos al otro lado del río Aqueronte para llegar al reino de los muertos),la realización de máscaras de cera,el ajuar funerario,etc.
Una vez acabada la ceremonia de entierro,la familia se iba a casa a purificarse y celebraba la «cena funeralis» (banquete de funeral). Era el primer banquete del duelo,que concluía oficialmente nueve días después y se repetía anualmente en las «parentalia» (fiesta romana dedicada a los difuntos de la familia que se celebraba anualmente,del 13 al 21 de febrero,para honrar públicamente a los antepasados y obtener su protección) y en las «lemuria» (fiesta romana que se celebraba anualmente,del 9 al 13 de mayo,para alejar a los lémures,los espíritus maléficos de los difuntos).
En la época romana,las prácticas funerarias de cremación e inhumación convivían,tal y como se observa en las necrópolis encontradas. Los restos del difunto siempre permanecían bajo tierra,adornados con diferentes tipos de monumentos funerarios,como por ejemplo ánforas,»cupae» (cupas),aras,estelas,túmulos cónicos o mausoleos.